martes, 29 de marzo de 2011

LA DECLARACIÓN DE VIRGINIA
El surgimiento de la noción de derechos humanos corresponde a diversos procesos sociales que buscaban cambiar la realidad en la que se estaba inmerso: la esclavitud y la desigualdad económica/ social fueron factores que pretendían erradicarse de las sociedades para garantizar una vida digna y feliz a todos los seres humanos. Sin embargo, dicho planteamiento correspondió al modelo de vida burgués europeo y norteamericano, que pretendía ser difundido a toda la humanidad, por considerarse que así debía funcionar el mundo. La declaración de derechos humanos fue incluida dentro de la Constitución norteamericana, siendo el modelo a seguir en los países latinoamericanos: las libertades civiles y políticas se catalogaron como “garantías individuales”.
Actualmente, este modelo de vida promovido por la declaración de los Derechos Humanos de 1948, rige el comportamiento de las sociedades contemporáneas, promoviendo la democracia, la libertad y la igualdad de oportunidades para todos. Se pretende hacer extensivo a las sociedades orientales cuyo modelo de vida no corresponde al nuestro, en donde la “violación a los derechos humanos” es una constante para nuestra cultura... mas no para la oriental.
Ahora bien. La declaración de Virginia (1776), presenta una visión dual de los humanos, son individuos y son seres sociales. El pertenecer a una sociedad les ha impuesto derechos y obligaciones que deben cumplir para poder alcanzar la felicidad, el bienestar promovido por los diversos pensadores de la Ilustración.
Retomo un punto esencial: la democracia como forma de gobierno, la representatividad de los diversos sectores que componían  la sociedad (exceptuando a los esclavos y a las mujeres), la soberanía radicaría en el pueblo. El liberalismo del siglo XVIII sentó las bases para que los derechos, antes concebidos como naturales e inherentes al ser humano, fueran ahora garantía de que el individuo no sería trasgredido de ninguna manera, otorgándole derechos civiles y políticos que le otorgaran la facultad de alcanzar una vida digna.
El liberalismo, no sólo se entiende en el sentido político y jurídico sino también en el económico. Las escuelas de pensamiento económico (esencialmente la fisiócrata) sostenían que la propiedad privada debería ser una garantía para incrementar la productividad y generar excedentes que permitieran alcanzar un crecimiento económico, lo que redundaría en bienestar para todos los individuos, asignándoles lo que les correspondía en función de la calidad y cantidad de trabajo realizado.
Pero qué clase sociedad es la que hace la propuesta y qué clase de individuos se desea formar?
La respuesta es clara. Una sociedad en donde la libertad y la igualdad (jurídica) fueran el eje rector que determinara la vida que cada ciudadano debería tener; ya no se trata sólo de súbitos que están por debajo de una jerarquía social, sino son ciudadanos, que gozan de derechos y obligaciones que permitirán, mediante la adecuada articulación de la sociedad, encaminar a la nación a un estado de bienestar, de crecimiento, de progreso, de civilización, medido en términos económicos. Es el antecedente de una sociedad capitalista que busca optimizar la producción
El poder sería para el pueblo, y de éste emanaría la soberanía, domesticando el poder. Pero también se fundaría en la legalidad, se otorgaría seguridad jurídica a los ciudadanos (aunque había restricciones) y el acceso al poder sólo sería para quienes cumplieran los requisitos y tuvieran la capacidad para ello. Se comienza a evidenciar la creación del estado, cimentado en el derecho.
Y esta declaración, fue el modelo de garantías individuales plasmado en las constituciones de los emergentes Estados Nacionales, reproduciendo las condiciones liberales de pensamiento, lo que condujo al surgimiento de un modelo de pensamiento hegemónico (occidental) que nos dice qué hacer, cómo hacerlo y para qué hacerlo… mas no por qué debe hacerse así.
Diana Alejandra Castañeda Pérez

1 comentario:

  1. Interesante interpretación. La redacción pudo ser mejor, pero resulta aceptable.

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